Claros del bosque – Colección de poesía, colección de pensamiento poético
“Si tú te miras,
¿qué queda?” Zambrano
Con el primer poemario de Farah Jerari, “La mujer desierta”, hemos abierto la colección de poesía a la que hemos nombrado ‘Claros del bosque‘ en honor al magistral libro en el que María Zambrano lleva a cabo su propia propuesta filosófica, ‘la razón poética’.
¿Por qué Zambrano? La razón poética en sus términos es aquella que se sabe en un proceso constante y que basa su propia afirmación en la constancia del cambio y la falla necesaria para ello. Cada voz es una verdad dentro de otra de la que nace, la cual es ontológicamente relacional.
Y eso es lo que buscamos, lo que busco, en los textos de poesía. Esa es la razón por la que en ‘La niña azul’ tenía que haber una colección de poesía, una colección pilar además a nuestro impulso vital como editorial.
No podemos preguntar fuera de nosotres, con nuestros propios parámetros, por una verdad que, si es con nuestros parámetros, ya esperamos de antemano. Podemos escuchar la voz de la otra que afirma su verdad en el trasfondo común de la complejidad de la existencia, el pensamiento, en lenguaje. Y podemos entrar en un diálogo oblicuo con ella en el que ese trasfondo, de pronto, nos habla a las dos.
Solo desde la negación de mi propia afirmación sobre la otra podemos acercarnos a la verdad.
Entonces, en esa escucha honesta, es inevitable que nuestros cimientos intelectuales y el paradigma en el que se sustenta nuestra identidad, se tambaleen. Y es lo justo, porque nos tenemos que acostumbrar a vivir de verdad, a vivir en el presente, esto es, vivir en la grieta.
No me interesan las personas que hablan por otras, ni las categorías de pretensión de lógica única y su evolución en la historia del pensamiento cis hetero patriarcal blanco payo, y mucho menos retrotraídas estas a problemáticas de disidencia actual. Es una falacia. Si no habla tu cuerpo, como estamos descubriendo en la proliferación de las escrituras de la intimidad que sí representan un verdadero avance del pensamiento, es una falacia. Y a lo mejor es que las personas más privilegiadas tenemos menos que decir. Y está bien. Ya era hora.
La verdadera dicha está en el pensamiento con tendencia constante al infinito, al menos a mí es lo que realmente me mueve la sangre. Y la forma sublimada, perfecta, de este pensamiento es el poema.
La limitación como humanas, la forma que somos, aún en perpetuo cambio, nos impide saberlo todo, es nuestra parte más bella. La presencia de la otra nos devuelve al mundo, a la sabiduría, en cada una, en cada parte.
El verso de la otra es su pensamiento hablando con su sentir, su afirmación como grieta misma. Verdad sobre verdad, “luz sobre luz” que dice Jerari.
Y ahí, en esa forma de decirse, se abre la verdadera infinitud, infinitud de infinitudes, el ser abierto, la forma permeable, nosotras tocándonos de forma más real.
Luego nos reiremos entre todas tratando de traducir ese constante incipit vita nova en un lenguaje lógico. Y eso también es parte de la vida. Pero al poema eso no le interesa, el poema es la forma de reflexión más interesante, es la fiesta, es el claro del bosque.
Contra una lógica única deductiva universal, se piensa en entramado, se piensa en enjambre, se piensa en poesía.